El olvido de los trenes en el sur de Chile es evidente desde que dejó de funcionar luego de un proceso de desmantelamiento institucional que experimentó el servicio a nivel nacional, en los años ochenta. En eso, también se fue clausurando el sistema, primero desde sus variantes, y finalmente en su línea troncal norte sur. De los últimos ramales que finalizaron su servicio estuvo el de Loncoche a Villarrica, con estaciones intermedias en Huiscapi y Ñancul, trayecto cuyas líneas, durmientes, cuartos de máquina y estaciones, son superados por el follaje y arbustos que todo lo cubren. Ya los últimos trenes de pasajeros se dejaron de ver aproximadamente hace veinte años por Villarrica y los de carga, hay quienes han registrado el cese de tránsito en el año 1998.





Así fue ocurriendo el abandono de la Estación de Villarrica y del resto de la infraestructura que sostenía a los trenes en marcha, que ha pasado a manos de los recicladores (en el caso de líneas, piezas o chatarras de acero y otros metales) y a la hoguera familiar, respecto a los durmientes. Así al menos se evidencia en la Villa Estación de Villarrica, como se llama al conjunto habitacional ubicado donde antes se aparcaban los trenes y además se realizaba las cargas que se fletaban a Loncoche. Los vestigios de esto son apenas visibles entre los conjuntos habitacionales. Apenas se puede hacer la idea de que ahí hubo movimiento de locomotoras y convoyes o que se alzó en el lugar un playón de tránsito incesante.




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