El año 2000, cuando recien llegué a vivir a Villarrica, haciendo fila en una oficina del centro de la ciudad, me encontré con una persona de 65 años que había sido Ferroviario. Él me contó lo de esta Villa. Me lo contó con un sentimiento lleno de emoción y nostalgia que al otro día fui a conocer y fotografiar esas casas y pasajes. Conocer esta población me hizo sentir muchas emociones, al ver y leer sus letreros con el nombre de sus pasajes, me erizó la piel... al recorrer cada pasaje sentí un aire nostálgico y ferroviario... la vida ferroviaria que alguna vez existió allí, se respira en sus calles..
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